Hace ya unas semanas que estamos recogiendo y secando plantas para tener unas buenas reservas de cara al invierno. Secarlas es un método de los más fáciles para conservarlas así que os animo a probarlo.
Para empezar:
Es mejor cosechar por la mañana, cuando el rocío (si lo hay, que por estas fechas ya ni eso!) ya se ha evaporado pero el sol fuerte aún no ha empezado. De esta forma las plantas mantienen mayor concentración de los aceites (volátiles).
Para recogerlas, usar unas tijeras o cuchillo. Nunca rompáis las ramas con las manos.
Recoger sólo aquellas plantas que conozcáis y únicamente las que tengan buen aspecto. No cosechéis nunca plantas con manchas o plagas.
Sacudirlas bien por si hay algún insecto y guardarlas en un cesto de mimbre (o un recipiente donde estén aireadas y no se chafen) hasta llegar a casa.
Es preferible cosechar hierbas limpias pero si tenemos algunas con mucha tierra podemos limpiarlas con un poco de agua fría y dejarlas secar sobre trapos absorbentes o papel de cocina.
Haremos ramilletes de 5-10 ramas desechando alguna hoja que parezca estropeada y los colgaremos boca abajo en un lugar seco, oscuro y sobretodo ventilado. No queremos que crezcan mohos.
Dejaremos las hierbas secándose. Pueden tardar un par de días o un par de semanas, depende del clima y de la planta.
Cuando al apretar una hoja se rompa y cruja, ya estará listo para envasar. Usaremos botes o tarros que cierren bien, mejor que bolsas de papel o de tela, para asegurarnos una mejor conservación.
Podemos envasar la planta entera o sólo las hojas dependiendo de lo que nos interese de cada planta. Es mejor guardar la hoja entera y desmenuzarla cuando la usemos pues así conservará más aceites esenciales.
Por último etiquetaremos bien el tarro con el tipo de planta y le fecha de recolección y/o envasado.
De esta forma podéis secar romero, lavanda, orégano, menta, salvia… en fin, lo que se os ocurra.